«Si gano, que no sea la última sino la primera de tantas victorias que nos hacen falta». En la diminuta sala de prensa que Ferrari ha montado en la pista de Montreal, Fernando Alonso escenifica la lucha que pretende mantener para que el Campeonato no fallezca con demasiada antelación. «Sólo llevamos un tercio, queda tiempo, pero para remontar hace falta el mejor coche, y ahora estamos a un segundo de Red Bull». Tan crudo y tan claro, ante un fin de semana que pone a Ferrari y McLaren en la tesitura de dar guerra a los coches alados. Es la peor pista para ellos, sin poder tirar de su abrumadora fuerza aerodinámica y con una alta exigencia de motor, posiblemente demasiada para su Renault frente al Ferrari y el Mercedes de McLaren.
El que llega es un fin de semana de los de mirar al cielo. Canadá significa fiesta en la Fórmula 1. Agradable primavera, la belleza de la isla de Notre Dame y las tribunas llenas de aficionados que llegan caminando por las praderas alrededor del elegante casino. Ellos no fallan nunca. Y tampoco lo harán este año, aunque en la cesta del picnic en que convierten la carrera hayan hecho hueco al chubasquero.
Hasta ayer el clima fue tropical. Mucho calor, humedad extrema y tormentas con fuerte aparato eléctrico. A partir de hoy llega el invierno. Bajan diez grados las temperaturas y la lluvia será compañera habitual. «Si llueve será una lotería e influirá mucho la elección de neumáticos», explica Alonso. ¿Y si no? «Pues tendremos que aprovechar los factores a nuestro favor».
Se refiere a la ausencia de curvas rápidas, una tumba para el F150, y a que se repite el compuesto superblando que tan bien se portó en Mónaco en el coche rojo. «No será posible que nadie dé tantas vueltas como Vettel al final con el blando, porque en esta pista en cuanto alguien ruede uno o dos segundos más lento le adelantarán en la primera zona de alerón móvil. En Mónaco era imposible», dice. Tienen trabajo los pilotos con el famoso DRS porque, por primera vez en el año, se podrá usar dos veces, en las dos grandes rectas de la pista. Si llueve, quedará anulado.
Red Bull llega bajo sospecha de bajo rendimiento, pero también lo hacían en Mónaco y se llevaron la pole y la victoria. «Son temibles en cualquier circunstancia», avanza Alonso, «pero aquí McLaren y nosotros debemos apretarlos».
Dosis extra de responsabilidad en un lugar donde la pole no es determinante. Otro aliciente para frenar la hegemonía de Red Bull, que tiene con Vettel (5) y Webber (1) las seis de este año. Las tres últimas poles aquí han sido para Lewis Hamilton, vencedor en 2007 y 2010. A Alonso le queda el buen recuerdo de su triunfo en 2006 y la amargura de su avería en 2004 cuando tenía el podio a mano. Se subió al cajón el año pasado con el Ferrari, aunque le jugó una mala pasada el cruce con los doblados.
Hamilton se disculpa
Llega señalado Hamilton después de su alocada carrera en Mónaco y sus desquiciadas declaraciones. Dedicó la semana posterior a pedir disculpas, incluida una carta al presidente de la FIA. «Podría haberla filtrado, pero es algo entre él y nosotros. Quiero que las cosas estén tranquilas y no veo beneficio en sancionarle con seis carreras si ha pedido perdón», dice el presidente de la Federación, Jean Todt.
Y Hamilton, en su línea de arreglar con buenas palabras algunos de sus excesos en la pista, apareció ayer en el mejor de sus papeles. «Tuve un mal día. He reflexionado y he pedido disculpas a los jueces y a los otros pilotos. A Massa hasta le he llamado, y lo entendió. Esto son carreras y adelantar no es fácil», explicó ayer el de McLaren. Que así sea, pero aquí, cuidado con el muro.
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